El proceso hay que presumirlo y compartirlo, que otros puedan disfrutarlo; mientras se cuece el agave, el maestro mezcalero prepara una discada de pollo, la convivencia es importante y ya se hace por tradición, por supuesto acompañada de un buen mezcal.
Detrás de cada etapa del proceso hay trabajo duro, sigue el traslado del agave y la molienda, para después dar paso a que las barricas de roble y el transcurso de 2 días se encarguen de la fermentación.
La bidestilación en alambique de cobre también pone su granito de arena para lograr el gran sabor que caracteriza al mezcal duranguense.
Finalmente y después de un largo camino, podemos disfrutar de una obra de arte, donde colaboran el hombre y la naturaleza.
Lo mejor, es el momento en el que podemos poner en la mesa una botella de Sacro Imperio, para compartir contigo y que a su vez, tú también puedas disfrutar con los tuyos, tu familia, tus amigos y ser parte de esta gran historia.